Las cosas irán dándose naturalmente. Podrás sentir cada temblor, cada cambio, cada siseo, cada espasmo. Serán uno a la vez. Claro, esta vez, tú tienes todo el control. Sabes dónde poner las manos, cómo evitar que tus pies se enreden, sabes cambiar el ritmo y la velocidad. Haz logrado terminar el acto sin cometer ningún fallo. Ambos han quedado satisfechos.
Felicidades. Has concluido tu primera lección de manejo. El auto es tu amigo. ¡Sigue así!