Es realmente triste y desolador que te haya considerado mi hermana, mi amiga. No tendría que importarte qué pienso o cómo me siento respecto a la gente, sino cómo me siento y qué pienso respecto a ti, respecto al nosotros. A mi manera de pensar, me mantuve fiel, constante y segura a tu lado, a tu manera de pensar te traicioné y, según palabras tuyas, nunca supe ser tu amiga.
A ti nadie te enseñó a ser amiga, a mí tampoco. Cuando te encontré sabía que no había conocido nadie parecido a ti y creo que tú encontraste en mí algo que no habías conocido.
Así que en honor a lo que alguna vez fuimos juntas , separadas y la una para la otra. Hoy decido conservar recuerdos bonitos. Dejar atrás las veces que me fallaste y también las que te fallé.
Recordaré las comidas, salidas, risas y comprensiones. Odio tener que añadir una palabra que, según yo, rime. Pero tengo la necesidad de escribir tantito bonito algo de lo que me hiciste sentir.
Yo no quiero vivir enojada, no quiero vivir odiando al mundo, no quiero vivir peleando con una realidad de la que no puedo escapar. Quiero hacer acuerdos, armonías, construir un pedacito de cielo en la ciudad y no quiero que estas cosas puedan caerse porque en mi panza o en mi corazón no haya habido la posibilidad. No de olvidar como si quisiera desaparecer, ni tirarme al vacío, no. Lo que yo quiero es no cargar con lo que me contamina, y no pretendo contaminar los recuerdos que tengo de ti ya.
La técnica consiste en juntar las piedras que desentonan con mis recuerdos agradables, levantar las manos al cielo... y dejarlas escapar.
Así que todos listos, piedras al aire. ¡Fuera!